viernes, 17 de abril de 2009


Asilo de animales
Villa Lorena, en Cali

En tierra colombiana, el periodista cruza el umbral de un zoológico fantasmal, inaccesible para la gente. Animales expropiados a circos, golpeados con ferocidad, violados. La dueña del predio, Ana Julia Torres, tanto puede ser una benefactora, una loca o una extravagante según el interlocutor. Pero estas crueles historias de Villa Lorena devuelven en el espejo la imagen más ácida de la especie humana.

…”Ella cree que los hombres que son crueles con los animales pueden serlo con cualquiera y que un sujeto que, digamos, viola a una guacamaya, también puede violar a un niño. Algunas de las aves y zorros y cusumbos que hay en el parque fueron violados alguna vez por sujetos ebrios y drogados. Hace apenas seis meses investigué la historia de una marrana abusada, y de una perra y de una yegua, todos casos ocurridos en esta ciudad que es la capital colombiana de la música salsa y sede del famoso grupo Niche, y del América, uno de los equipos de fútbol con más hinchas de
Colombia. ¿Por qué una ciudad tan alegre también puede ser célebre por maltratar a los animales?..”
Un tigre llamado “Muchacho”, ahora es sólo un remedo, un gato de huesos flacos. Tiene las costillas traslúcidas y el hocico tembloroso. Apenas puede moverse. Se tambalea. Va y viene sin apoyar del todo las patas traseras, como si pisara vidrios. Parece un anciano ebrio, y en realidad casi lo es. Es una aberración genética que resultó del cruce de un león africano con una tigresa de bengala. Está aquí porque, tras veinte años de exhibición en el zoológico de la ciudad colombiana de Pereira, ya nadie pagaba por verlo. Fue uno de los pocos sitios del continente donde se logró ese cruzamiento deliberado, pensado sólo para atraer público. Allá lo veneraban y le temían. Iba gente de todo el país para verlo. Hasta un presidente de la república posó delante de su jaula, acompañado de sus hijos y varios ministros. Pesaba 250 kilos y cuentan que en las noches su rugido podía escucharse a cuadras de distancia, hasta el centro de la ciudad. Ahora pesa 70 kilos, ya no ruge y permanece en Villa Lorena, un albergue privado que no admite visitantes y que es para animales maltratados, viejos o quitados por la policía a los narcotraficantes. Está en el noreste de Cali, en el barrio Floralia.
Contigua a la jaula del ligre hay un león de melena parda llamado Rumbero. La policía lo trajo hace unos meses. Era propiedad de un grupo de sicarios que lo usaban de mascota, quizá para devorar gente. Nadie lo sabe. Los hombres, todos miembros de una banda de matones a sueldo, sedaban al animal con tragos de whisky y aguardiente y se lo llevaban de rumba, atrás de sus camionetas de vidrios blindados. Rumbero se habituó tanto a las canciones de salsa, vallenatos y rancheras que los empleados de Villa Lorena juran que extraña el ruido y casi intentan sacarlo del letargo en el que a veces cae poniéndole discos.

También hay tortugas, algunas tienen extremidades amputadas, otras, pedazos de la cola. Casi todas tienen cicatrices de golpes en sus caparazones, de hoyos hechos con taladros eléctricos para atarlas a cadenas. Hay una que recogió un taxista de la calle, abajo de la Torre de Cali, el edificio más alto de esta ciudad. Fue lanzada del séptimo piso, desde quince metros de altura, pero sobrevivió. Soldaron su caparazón con cemento odontológico, de ese que se usa para hacer moldes de dientes. ¿Quién pudo reír cuando el animal voló por los aires?

Hace unos años, en el aeropuerto de
Medellín, la policía rescató cinco perros schnauzer. Iban en un vuelo para Nueva York y un grupo de narcotraficantes, veinte horas antes, los habían abierto para esconder en sus estómagos cápsulas de heroína. Los agentes antinarcóticos los descubrieron sólo porque les pareció que estaban sospechosamente tristes, entonces ordenaron revisarlos y descubrieron las costuras en sus vientres. Para recuperar la droga, las autoridades ordenaron operarlos. Sólo tres resistieron la segunda cirugía y desde entonces fueron obligados por la policía a trabajar olfateando los equipajes de los viajeros.

3 comentarios:

  1. Es casi increíble las formas de maltrato que el ser humano aplica a los animales, es inaudito que no existan leyes claras y castigos específicos para quien no las cumpla. Los animales también sienten y no tenemos ningún derecho a hacer lo que queramos con ellos como cree el anciano que violó a su perrita durante 9 años; ellos no son cosas y merecen respeto.
    Es importante que establezcamos límites y tomemos medidas de protección hacia los animales, ellos nos necesitan.

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  2. Tenemos que ayudarlos. si no lo hacemos directamente hay que ayudar a quienes los ayudan. Hay que comenzar a actuar. Encontre en un blog la forma de enviar donaciones al refugio pero es atraves de western union, hoy voy a llamar Doña Ana Julia, ellas respondieron un email que les mandé con el nuevo num de cel. para ver si tienen una cuenta en un banco nacional para quien quiera hacer donaciones dentro del pais.

    Es la mejor forma como podemos ayudar estos animales, Apoyando el proyecto de gente como ella. Y otra, tenemos que parar el maltrato, pero esa es la parte mas dificil pues en nuestro pais la ley es muy blanda con cualquier crimen y por supuesto aun mas con quienes atentan contra la Fauna.

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  3. Es muy interesante el trabajo de Doña Ana Julia, es admirable su forma de preocuparse por los animales y su iniciativa de ayudarlos.
    Me parece también muy importante que también quieras ayudar y eso de las donaciones es algo para comunicar.
    Sim embargo hay que seguir en el "trabajo" de concientizar al resto de las personas,es algo por lo que se puede empezar y es uno de mis principales objetivos con este blog.

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